
El primer ministro Silvio Berlusconi, quien habló por teléfono con una de las cadenas de TV de su emporio de medios, dio el número de muertos y lesionados por el sismo, que sobrevino cerca de la ciudad medieval de L'Aquila, enclavada en los Apeninos, antes del amanecer.
El terremoto derribó manzanas enteras en la ciudad medieval de L'Aquila y la zona circundante, el lunes, mientras los residentes dormían. Es el sismo más mortífero en casi tres décadas. Las ambulancias recorrían las calles de L'Aquila mientras los bomberos, con sabuesos y una grúa, trabajaban a marchas forzadas en busca de rescatar a la gente atrapada entre los escombros de numerosos inmuebles, incluido un dormitorio universitario, donde media docena de estudiantes estarían atrapados.
Los amigos y familiares de los desaparecidos permanecían frente a los inmuebles destruidos, mientras se abrigaban con frazadas o se guarecían de la lluvia con sus paraguas. Mientras, las cuadrillas de rescate retiraban restos de muebles, fotografías, diarios y billeteras, pero sin encontrar a más jóvenes.
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